Desvió más de 3,2 millones de la Caja Rural durante 7 años y los ingresó en sus cuentas y en las de su familia en la Vall D´Uixó

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El cambio de sistema informático sacó a la luz la existencia de lagunas en las cuentas  y el agujero contable efectuado entre 1998 y 2005 

La Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a Salvador SL. por un desvío continuado de más de 3.2 millones de euros entre 1988 y 2005, cuando era apoderado de la Caja Rural San Vicente Ferrer de la Vall D´Uixó. El condenado utilizaba su cargo y su acceso informático para realizar operaciones falsas y desviar el dinero a sus cuentas, la de su mujer, su hermano y la empresa familiar. Con cargo a ese dinero compró casi un centenar de fincas y 5 vehículos. El agujero se descubrió cuando la Caja cambió de sistema informático. 

SN/SB/ Esperanza Molina/ActualitatDiària

A finales de 2005, la Caja Rural San José de la Vall D´Uixó, descubrió un desfalco en las cuentas de la entidad que superaba los 3,2 millones de euros. El agujero se detectó prácticamente por casualidad, porque la red de Caja Rural había cambiado de sistema informático, se había contratado una auditoría par evaluar la capacidad de riesgo de la entidad por préstamos impagados, y se estaban cuadrando los números para su control por el Banco de España.

Fue el auditor encargado por la Caja, el que tras comprobar toda la contabilidad de la Caja de la Vall, se percató de que los números no cuadraban. Las cuentas deberían estar equilibradas pero, al final, arrojaban un agujero de más de 3,2 millones de euros.

El auditor informó inmediatamente al director de la sucursal y se realizaron las comprobaciones informáticas. Todos los caminos conducían a una misma persona, Salvador SL, apoderado comercial de la entidad.

Y Salvador, llamado al despacho del director confesó e incluso firmó una autodenuncia.

El tema era gordo… demasiado. Irregularidades contables, peligro de intervención el Banco de España, el impacto que este desvío podía tener para la entidad en la población… y un empleado desleal… que inicialmente se auto imputaba y prometía devolver hasta el último céntimo.

En esa carta y en otra que Salvador firmó ante la Junta de Accionistas, lo reconoció todo. Cómo y de qué manera había estado desviando cantidades durante años a sus propias cuentasla cantidad de la que se había apropiado, la falsificación de los documentos mercantiles, pero prometía devolver el dinero a la Caja.

Cundió el pánico.

Podría haberse quedado solo en ese mal sueño si el apoderado desleal hubiera cumplido con su palabra… de hecho, nadie le interesaba airear tanto rapo sucio y dar más voces al pregonero… y el apoderado afirmo después que incluso alguien llegó a decirle “paga y vete del pueblo”…

Pero las cosas no eran tan sencillas. La Caja no lo podía pasar por alto, y el apoderado desleal no cumplió ni con su promesa de devolver parte del dinero del que se había apropiado fraudulentamente.

Cómo desviar 3,2 millones y pasar desapercibido

Tal como reconoció el autor de los hechos la operativa era relativamente sencilla.

El apoderado Comercial tenía acceso al sistema informático de la Caja, y también a los procedimientos que le permitían introducir en los registros contables anotaciones de corrección. Se relacionaba con los clientes, realizaba operaciones y pólizas de crédito con descuentos…

Era relativamente fácil, como comprobó al principio. Bastaba con simular operaciones de remesas, a nombre de algunos clientes que luego no se liquidaban. Falsas remesas que después se anulaban antes de que llegarán a ser detectadas por el sistema, y se sustituían por nuevas remesas simuladas.

El dinero no llegaba a la Caja, directamente se ingresaba en sus propias cuentas, en las de su mujer, Rosa, en las de su hermano, Francisco, o en las de la empresa familiar, una carpintería, cuya contabilidad, también estaba a su cargo.

Así, entre 1998 y 2005, durante 7 años, Salvador llegó a desviar la cantidad de 3,2 millones de euros.

Con este dinero se compraron casi un centenar de fincas y también 5 vehículos a nombre de él, de su mujer y de la carpintería de la familia.

Todo era casi perfecto, salvo que para esconder unas remesas falsas y proceder a su liquidación antes de que fueran contabilizadas como ingresos, había que contabilizar nuevas remesas, también simuladas y falsas…

El apoderado tenía acceso a las cuentas de la Caja desde su ordenador y con su propio código. Hacía y deshacía. Parecía perfecto… pero no lo era.

Pero el problema de Salvador comenzó cuando la red de la Caja Rural cambió de sistema informático para su gestión.

En el transcurso de la migración de datos de un sistema a otro se vetó el acceso al sistema. No supo con antelación cuando se iba a proceder a esta migración, por lo que no tuvo oportunidad de acceder para corregir los datos. Lo que había quedó grabado en la copia de seguridad. Y después, con el nuevo sistema operativo, intentó equilibrar los números desde ese momento cero, a través de nuevas remesas.

Fue entonces cuando el auditor revisó las cuentas y los números no cuadraron. Cuando se descubrió que había un desfase de más de 3,2 millones de euros. Cuando informó al director y saltaron las alarmas. Y cuando se descubrió la trama de Salvador, que reconoció haber sido el autor de la misma.

La Caja Rural presentó la querella y se presentó como acusación particular. La causa fue investigada por el Juzgado de Nules, donde ya salieron a la luz muchos de los datos que después han sido probados en el juicio oral realizado en la Audiencia Provincial de Castellón.

Según demostraron las investigaciones, el operativo de Salvador era difícil de detectar a simple vista… El apoderado podía corregir volver a corregir los datos contables, y al final, al menos sobre el papel, las cuentas cuadraban.

Pero fue a raíz de esta auditoría cuando se investigaron los datos informáticos de la entidad, y cuando se comprobó que existían lagunas entre los datos guardados con un sistema operativo y con otro.

Se han comprobado las cuentas del acusado y de su familia, y se han podido demostrar los movimientos de cuentas, los ingresos, la compra de fincas, los registros informáticos… e incluso, que Salvador vendió dos fincas después de haber sido descubierto, en 2005, y no utilizó el dinero para devolverlo a la Caja…

Con todos estos datos, fueron imputados: Salvador LS como autor de un delito continuado de apropiación indebida y de un delito continuado de falsedad documental en documento mercantil. También fueron imputados penalmente su esposa Rosa Isabel VS y su hermano Francisco LS, al entender que conocían lo que ocurría ya que parte del dinero fue ingresado en sus cuentas personales y compartidas con Salvador o con la empresa familiar, y se lucraron con ello.

Unja vez juzgados los hechos, la Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a Salvador SL como autor de los delitos de los que se le imputaba, a una pena de tres años y cuatro meses y medio de presión y a una multa de 6 meses y 23 días a razón de una cuota diaria de 10 euros. Salvador deberá pagar las costas del juicio, incluidas las de la acusación particular, y tendrá que indemnizar a la Caja Rural San Vicente Ferrer de Vall D´Uixó en la cantidad de 3.273.401,98 euros, más el interés legal a que haya dado lugar esta cantidad desde el 23 de noviembre de 2005. Y en la cantidad de 30.000 euros por daños morales más intereses.

La sentencia decreta también el comiso de fincas y bienes que pudieron adquirirse con el dinero desviado de la Caja, para cubrir las responsabilidades civiles.

En cuanto a su esposa Rosa y su hermano Francisco, ambos han sido absueltos de los delitos penales, pero no de su responsabilidad civil a título lucrativo. Tanto ellos como Salvador, como herederos de la carpintería deberán hacer frente a la responsabilidad civil que les corresponda por haberse lucrado con las cantidades desviadas en las operaciones del desfalco de la Caja Rural San José.

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